Reflexión

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Vivir el presente

Cuenta una fábula que un explorador quería llegar lo más rápido posible al corazón de África. Estaba tan decidido a lograrlo que le ofreció plata extra a los guías para que caminaran más rápido.

Los guías estuvieron de acuerdo y empezaron a avanzar a toda velocidad.

Pero después de unos días, estaban tan cansados que se negaron a seguir adelante. En ese momento, el explorador les dijo:

— ¿Qué están haciendo? ¡No podemos parar ahora!

Entonces, los hombres le respondieron:

—Estuvimos caminando tan rápido que ya no sabemos ni lo que estamos haciendo. Ahora tenemos que esperar a que nuestras ideas nos alcancen.

No sé si vas a coincidir conmigo, pero tengo la sensación de que antes la vida pasaba más lenta. Como en la fábula, a veces vamos tan rápido que ya no sabemos lo que estamos haciendo.

Por un lado, nadie puede negar que la velocidad tiene sus ventajas. Hoy podemos conectarnos de forma instantánea con alguien que está al otro lado del mundo. Pero, al mismo tiempo, nos acostumbramos a que todo tiene que hacerse de forma rápida.

Estamos perdiendo la serenidad, la facultad de disfrutar de lo que hacemos, de saborear lo que comemos y contemplar lo que nos rodea. Pareciera que vivimos con ganas de saltearnos etapas, queriendo vivir la vida a toda velocidad, sin pensar en las consecuencias. Algo así como la película «Click» de Adam Sandler.

Cuando nació nuestra hijita, había noches que no podíamos dormir, y uno por dentro pensaba: -“¿Cuándo se va a terminar esta etapa?”. Incluso todos nos decían: -“Disfruten cada día, porque cuando se quieran acordar ya va a estar en la secundaria.” Cata ya tiene dos años, y cuando vemos fotos de ella recién nacida, no podemos creer lo rápido que pasó.

Si vivimos la vida a las corridas, lo único que vamos a lograr es tomar malas decisiones que no siempre vamos a poder arreglar. Además, nos vamos a perder momentos que solo se dan una vez.

Por eso, aprendamos a vivir el presente con paciencia, mirando el pasado solamente para no caer en los mismos errores y pensando en el futuro simplemente para no perder la esperanza.

Santiago Pavan

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