Reflexión

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El tren de la vida

Una señora de edad había esperado toda la vida la oportunidad de viajar en un tren. Quería contemplar, más bien, devorar cada paisaje con los ojos y disfrutar todo cuanto pudiera en los kilómetros que iba a recorrer.

Entró muy decida al vagón de pasajeros y cuando el tren partió, comenzó a acomodar los paquetes y cestas que traía, trató de arreglar confortablemente su asiento, de acomodar las cortinas para que no entrara ni poca ni mucha luz y probo varías veces hasta colocarse en una situación cómoda pero … De repente, cuando ya estaba lista para comenzar a contemplar el bello paisaje, el conductor voceó el nombre de la estación a la cual iban, ¡Vaya! -pensó, ¡habían llegado!.

-Que pena, dijo ella, si hubiera sabido que llegaríamos tan pronto no habría perdido tiempo en pequeñeces.

Querida amiga, cada mañana cuando abres tus ojos a la luz del día, hay una nueva oportunidad para cambiar, para volver a hacer eso, que no salió como esperabas o que no pudiste hacer por estar concentrada en pequeñeces, cada día hay nuevas posibilidades y creo que no hay excusa que valga para no hacer lo que quieres hacer.

No pierdas el enfoque real de tu vida. Las pequeñeces muchas veces te pueden desviar y distraer del verdadero paisaje, de las cosas grandes que Dios tiene para ti…

Empieza dándole a Él, el lugar que merece: ¡El Primer puesto!, y verás cómo todo lo demás se irá dando.

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