Reflexión

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Intentemos tener paciencia

No nos dejemos llevar por las prisas, y tratemos de ejercitar la paciencia, aprovechando cada oportunidad para entrenarla.

Si estamos atravesando alguna dificultad o contratiempo, la impaciencia no aportará nada a la solución, e incluso aumentará nuestro sufrimiento.

Si tenemos un poco más de tranquilidad, pronto surgirá una idea más adecuada para solucionar nuestros problemas, sean los que sean. A veces incluso podemos pensar que tener paciencia es perder el tiempo, mostrar debilidad.

¡No! Al contrario, estaremos demostrando sabiduría, pues la paciencia es una buena consejera, eficiente y una excelente compañera ante cualquier obstáculo.

En los momentos más graves o difíciles, determinemos: “No me desesperaré, ni perderé el coraje y la confianza. Sé que todo cambiará para mejor. Solo necesito contenerme y esperar a que pasen las horas amargas. Me pondré en las manos de Dios y volverá la tranquilidad. ¡Así será!».

Actuar con desesperación hace que nos apresuremos a actuar, y además de no aportar nada a la solución, casi siempre nos quita la razón. Se necesita equilibrio y paciencia para superar las tribulaciones de la vida. Si perdemos el autocontrol, solo complicaremos las cosas.

Tengamos un gran día y meditemos unos minutos sobre la gran importancia de la calma y la paciencia en nuestras vidas. La paciencia no es conformidad, es estrategia y sabiduría. ¡Calmémonos entonces!

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