
En un hospital… según el Papa Francisco
Las paredes de los hospitales han escuchado oraciones más sinceras que las de muchas iglesias.
Han visto besos más sinceros que los de los aeropuertos.
Es en los hospitales donde se ve a un homófobo salvado por un médico gay.
Donde un médico de clase alta salva la vida de un mendigo.
Donde, en cuidados intensivos, un judío cuida de un racista.
Miles de cónyuges se perdonan con la esperanza de una curación total.
Un policía y un preso comparten habitación y reciben la misma atención.
Un paciente rico espera un trasplante de hígado con un órgano de un donante pobre.
Es en esos momentos, cuando el hospital toca las heridas de la gente, cuando los universos se cruzan con un propósito divino.
Y en esta comunión de destinos, nos damos cuenta de que, solos, no somos nada.
La mayoría de las veces, la verdad absoluta de las personas sólo se revela en el momento del dolor o ante la amenaza muy real de la pérdida definitiva.
El hospital es un lugar donde los seres humanos se quitan las máscaras y se muestran tal como son, en su verdadera esencia.
Esta vida pasará rápidamente, por eso:
No te pelees con la gente.
No te quejes demasiado.
No seas amargado.
No hay necesidad de estar en constante conflicto con tu pareja; al fin y al cabo, le has elegido para compartir buenos momentos, no amargos.
No perder el sueño por las facturas.
No dejes de besar a tus seres queridos.
No te obsesiones con tener la casa impecable.
Las posesiones materiales hay que ganárselas; no te concentres en acumular herencias.
No hagas tantas dietas; al fin y al cabo tu cuerpo es un préstamo: disfrútalo.
Mantén cerca a tus perros y gatos.
No guardes la vajilla para ocasiones especiales.
Usa cubiertos nuevos.
Aprovecha las oportunidades que la vida te ofrece hoy, porque mañana probablemente ya no las tendrás. Vive el presente.
No escatimes en tu perfume favorito, úsalo para ti.
Ponte tus zapatillas favoritas, pon tu música preferida en repeat.
¿Por qué no te tomas un descanso?
¿Por qué no llamar ahora?
Llama a tus amigos, invítales a un café.
¿Por qué no servir ahora?
¿Por qué no perdonar ahora?
Siempre estamos esperando algo: Navidad, el viernes, Año Nuevo, cuando tengamos dinero, cuando llegue el amor, cuando todo sea perfecto, pero ya ves, la perfección no existe.
El ser humano no fue creado para realizarse aquí, sino para aprender.
Así que aprovecha este ensayo de vida y hazlo ahora.
Respétate tú mismo, respeta a los demás.
Sigue tu propio camino y deja que los demás sigan el suyo.
No critiques, no juzgues, no interfieras.
Ama más, perdona más, abraza más, vive más intensamente…
¡y deja el resto en manos del Creador!
Papa Francisco