Reflexión
La envidia
Sentado en la cafetería tomando un café, escuché a tres chicos hablando mal de un tal Carlos. Después de 20 minutos de criticarlo desde su apariencia hasta su familia, con mucha libertad y sarcasmo, se callaron cuando Carlos entró a tomar café con ellos.
Carlos, el chico guapo, educado, amable y cariñoso con el trío que lo estaba destrozando sin saberlo, les invitó a cenar en su casa el domingo, que era el cumpleaños de su madre. Yo los miré, ellos alabando al hermano y a la novia de Carlos. Carlos terminó su café y se fue.
El trío volvió al tema favorito: Carlos. Pero ahora, la preocupación era qué ropa usar para la cena. Vi cómo la envidia, la amargura y la hipocresía volvían feas a las personas, mirando al trío y a Carlos. ¿Cuántas veces fuiste Carlos y sin saberlo trataste bien a quien hablaba mal de ti?
No les des el gusto nunca. ¿Cuántos tríos como ese hay entre ustedes y retrasan su vida por pura maldad y envidia? ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Qué ganan? A veces no tienes nada, pero lo poco que tienes es mucho para los POBRES DE ESPÍRITU. Cuídate, la envidia y la maldad caminan juntas y pueden estar a tu lado hasta dentro de tu propia familia y tú ni siquiera lo sospechas.