Reflexión

Reflexión

El tiempo pasa volando

En algún momento de nuestras vidas perdemos la guerra contra el tiempo.

Nuestra juventud se nos escapa del cuerpo y la gravedad fuerte y descarada se toma todo aquello que cuidadosamente nos hemos esforzado por mantener en su lugar.

Ya no hay cremas ni pomadas que borren las marcas de tantas risas, penas, trasnochos y enojos de nuestro semblante. Tomamos vitaminas, colágeno, limón, jengibre, vinagre de manzana, miel y omega tres y cuanta fórmula hechicera se nos atraviese.

Comemos menos para llenarnos de hambre. Sudamos cuando hace frío y el sueño nos desvela…

Un día nos damos cuenta de que no hay tacón cómodo, que no vemos sin gafas y las raíces de nuestras canas crecen sin piedad… que nuestra cintura se va emparejando y nuestras rodillas se van redondeando.

Un día, nos cansamos de imitar en el espejo, a aquella joven que fuimos. Nos miramos de frente, sin luz cálida ni sombras y por fin aceptamos que hemos vivido más vida de la que nos queda.

Y que bello que ha sido, haberlo vivido y sentido, haber dado tanto amor, como haberlo recibido, adquirir la experiencia y aprender a tener paciencia. Que importa si ganó la gravedad, si perdimos la guerra contra las arrugas. Que nos cansamos de hundir el estómago, de sacar el pecho y las pompas, que importa si la belleza ya solo es del alma.

Sí, esa belleza es infinita y llenita de amor y perdón. Que importa que vamos pa’ viejas, que las hay más jóvenes y más bellas.

Que importa si tenemos la vida y cada experiencia nos pinta de sabiduría.

Qué honor haber sido y continuar siendo madres, esposas, novias, amantes, hermanas, abuelas y amigas… que aún nos queda mucho amor por vivir y llega sin exigir ni pedir.

Qué maravillosa es esta etapa de ser como somos, de amarnos tal cual. Qué lindo es seguir adelante con todo lo vivido y aprendido.

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