Reflexión

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A mi padre Si tienes la suerte de conservar a tu padre, valóralo es el hombre que cuido de ti cuando eras un ser indefenso que se sacrificó más de una vez para que crezcas sano, fuerte y alegre; sobre todo respétalo jamás lo califiques ni lo juzgues esa potestad le corresponde a Dios.

Háblale con franqueza, nadie mejor que él para entenderte, cuéntale tus cosas con más confianza que al mejor de tus amigos ten la seguridad que encontraras en él, al confidente ideal y como no si eres su pequeño frente al mundo.

Por la diferencia de años es normal que tengan distintas maneras de ver la vida y que algunas veces no se pongan de acuerdo, pero no te preocupes, eso es bueno para ambos.

¡Conversa con él cada vez que te sea posible, esa dicha no la vas a tener siempre, pregúntale! ¿Tú qué harías? Lo vas a llenar de gozo, le va a ser mucho bien sentirse útil, saber que lo tomas en cuenta, que crees y confías en él como cuando eras niño.

Escúchalo, aunque sus consejos no lleguen a resolver tus problemas, te serán provechosos, te marcaran pautas y ayudaran a concebir nuevas ideas; hallaras en sus palabras la experiencia de un ser humano que alguna vez fue como tú, tuvo tu edad y trajino por el mismo camino.

¡Si tienes a tu padre presente, quiérelo! No olvides que detrás de su sonrisa se esconde la nostalgia de un hombre al que le quedo corto el tiempo, pero ahora que como es natural, disfruta viendo en ti la continuación de su propia vida; por eso cada vez que puedas visítalo!, tu sola presencia será suficiente para poder alegrarlo porque nada hay más reconfortante y hermoso para un padre que la gratitud de un hijo.

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