Reflexión
Un día quise darme por vencido
Un día decidí darme por vencido, renunciar a mi matrimonio. Quería renunciar a mi vida, así que fui a un bosque a hablar por última vez con Dios.
Y le dije: Dios, te pido que me des una buena razón para no darme por vencido.
Y Dios respondió: Mira a tu alrededor, ¿ves el helecho y el bambú? Planté ambas semillas al mismo tiempo, las regué y les di el calor del sol. El helecho creció rápido y cubrió rápidamente de verde el piso. Pero de la semilla de bambú no creció nada. Sin embargo, no renuncié al bambú. Al segundo año el helecho creció más brillante y abundante, y nuevamente nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
El tercer año nada brotó de la semilla de bambú, pero no renuncié al bambú. El cuarto año, nada salió de la semilla de bambú. Pero tampoco renuncié. Luego, al quinto año, un pequeño brote surgió de la semilla de bambú. En comparación con el helecho era muy pequeño e insignificante. Pero en solo 6 meses, el bambú creció más de 100 pies de altura.
Había pasado los últimos cinco años echando raíces. Esas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo necesario para sobrevivir. No le daría a ninguna de mis criaturas un reto que no pueda sobrellevar, concluyó Dios.
Entonces me dijo: ¿Sabes que todo este tiempo que estuviste luchando, estuviste echando raíces? No renunciaría al bambú. Nunca renunciaría a ti. No te compares con otros. El bambú tiene un propósito diferente al helecho, pero ambos son necesarios en el bosque.
¡Tu tiempo vendrá y crecerás muy alto! Nunca te arrepientas de un día de tu vida y matrimonio que yo lo bendije en el altar, aquel día que hicieron sus votos frente a mí.
Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para tu vida. La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantiene humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante. Pero solo Dios te mantiene caminando.